Y Montmatre se llenó de pequeñas casetas de toldos blancos decoradas con carteles de luminosos campos florecientes de lavanda y viñedos rebosantes.
La fête des vendanges inundó los alrededores de la basílica del Sacré-Coeur de miércoles a domingo de la semana pasada, con degustaciones de vino, miel, mermeladas, embutido, quesos...
Una fiesta entre amigos donde comprar una botella de rico vino para degustarla entre todos frente a las impresionantes vistas que ofrece dicho emplazamiento, acompañados de la algarabía de un desfile de percusión retumbando a nuestro alrededor, sacudiéndo el ritmo y unas tímidas ganas de bailar en el cuerpo de la gente en un atardecer de domingo gris y hùmedo.
Y para finalizar la serata, un clásico kir pêche en otro nuevo descubrimiento de esos bares que hay en París que te atrapan en su aura de decadencia bohemia aunada con unos precios más que respetables que a menudo brillan por su ausencia. La fourmi, un café en pleno corazón de Pigalle a unos pasos del Moulin Rouge y de Montmatre. A y retourner.
A menudo digo que siempre siempre hay algo que hacer en París. Bueno, creo que resulta obvio que cada semana que pasa mi afirmación se afianza un tout petit peu plus.