Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

miércoles, 22 de junio de 2011

La fête de la musique



Y ayer París se llenó de mùsica. Conciertos de todo tipo surgían, salidos de la nada, en cada esquina. Jazz, rock, pop, folk, reggea, electro y música étnica como Staff Benda Bilili, unos congoleños entrañables y geniales.


La casualidad quiso que, apenas una semana antes, se me propusiera ver la película documental sobre la historia de unos músicos parapléjicos de Kinshaha cuyas canciones son todo un canto de esperanza. De amor a la vida. Por ello, el tener la oportunidad de ver a unos metros de distancia a Ricky, que tras mucho esfuerzo y una ilusión desbordada consiguió traer a su gente a París, o a un Roger ya adulto con su rudimentaria guitarra de una cuerda capaz de realizar unos solos increíbles, sin duda alguna, no tiene precio. Y es que el concierto era gratuito.

El documental se llama simplemente Benda Bilili, de Renaud Barret y Florent de la Tullaye, y sí, TENÉIS que verlo :)


Música aparte, el emplazamiento del concierto, en la Place des Vins de France, junto al Parc de Bercy, al borde del quai de Bercy, tampoco era nada desdeñable. Dicho parque está surcado de canales, fuentes, pequeños lagos y jardines de formas rectilíneas. Además, está unido directamente a la Bibliothèque Nationale de France por la Passerelle Simone-de-Beauvoir que pasa por debajo del Sena.

Como curiosidad, decir que el
parque tiene una antigua tradición vinícola que se remonta al siglo XVIII, como lo demuestran los parterres centrales junto a una antigua bodega. La trama hexagonal de sus pasillos tiene su origen en los antiguos caminos pavimentados que conducian hacia las orillas del Sena para el transporte de vino.

Volver cuando no haya un festival y esa ingente cantidad de personas que los actos populares conllevan está más que decidido, o, como dicen por aquí,
c'est noté.

lunes, 13 de junio de 2011

Madrid magnifique


Madrid,
magnifique. El fin de semana, magnifique. Una ceremonia de entrega de diplomas más emotiva de lo esperado, con discursos que, por extraño que parezca, no incitaron al bostezo, sino más bien a esbozar una tímida sonrisa de orgullo y satisfacción.

Un cóctel de gala que duró hasta la medianoche en la pista de fútbol que tantos partidos de liga interna y sangriadas ha vivido; la clásica diatriba de "quién te baja a Moncloa en coche", reencontrar a los de siempre en un bar tomando cervezas y acabar en una noche Independance con traje, vestido y tacones (y alpargatas azules) y volver
a casa al alba con una sonrisa en la mejor compañía.
Magnifique et nostalgique. El primer pie que puse en Madrid, fuera del aeropuerto, fue saliendo del metro de Canal, arrastrando una pequeña maleta, esperando una cara conocida, descubriendo el Teatro finalizado, encaminàndome como tantísimas otras veces y después de casi un año sin hacerlo, hacia el mítico F.R.A.N., que, como siempre, estaba lleno. Hay cosas que nunca cambian.

Demasiados recuerdos que se entrelazan entre las calles de Cea Bermùdez, Vallehermoso y Guzmàn el Bueno.

Recuerdos que se disputan con el presente en Av. de América o Antón Martín o Henri Barbusse o el Bd. de Sébastopol.

Pasado y presente estrechamente ligados para construir un futuro mejor.


Gracias de nuevo a todos por todo lo vivido, lo que queda por vivir -we will always have Paris-, y por esas cadenas de mails que me arrancan una risa/sonrisa cada mañana al despertar.

miércoles, 8 de junio de 2011

L'ange tombé

Soy muchos pedacitos de materia racionalmente dispuestos que se comportan de la manera más irracional e imprevisible posible. Un romanticismo extremo que busca a ultranza la sonrisa perfecta con una ilusión desmesurada.

Como un àngel caído al que se le rompieron las alas y se desplaza pesadamente sobre la tierra buscando la manera de reconstruir su vuelo... Como Icaro que desoyó los consejos de su padre y se acercó fatalmente al sol aunque con mayor fortuna, pues al menos yo he aterrizado sobre las mullidas aguas del Sena iluminado... Como una rosa roja de cimbreante tallo que yace cortada sobre el frío pavimento, pero que, aùn así, luce
magnifique...


Mi ùltima adquisición en una de las mùltiples
librairies de segunda mano que asaltan las calles de esta ciudad es Vol de nuit, de Antoine de Saint-Exupéry. Siempre he considerado digna de admiración a la gente apasionada, aquellos que son capaces de dejarse arrancar un pedazo de corazón escuchando una canción, practicando un deporte, o realizando cualquier trabajo, como el ser piloto de avión de correos y sentir que no hay misión màs importante que la entrega de dicho correo, que aquello que se transporta no son simples papeles sino sentimientos envueltos en palabras, y la responsabilidad que conlleva su correcta recepción es una empresa a realizar sin el màs minimo titubeo.

Mi vocación no encaja demasiado como cartera o piloto, y un fuerte sent
ido del deber no es una de mis virtudes sino que reconozco que a veces soy un completo desastre, pero sí de jardinera (il faut prendre soin de la rose). Una jardinera que, cada tanto, envía una carta escrita porque se niega a que un teclado de plàstico robe el privilegio de unas palabras que nacen directamente del bolígrafo/pluma prolongador del alma. Por ello, en relación a lo venidero y a ese camino pendiente de recorrer, se acabó preveer y esperar y ansiar sino que, simplemente, tratar de concentrarse en hacerlo posible.

"Pour ce qui est de l'avenir, il ne s'agit pas de le prévoir mais de le rendre possible"
A. de Saint-Exupéry

miércoles, 1 de junio de 2011

Chez moi (I)

Hace ya 5 meses, después de un déménagement exprés el 31 de diciembre, el 1 de enero sobre las 7 am pisaba la maison oficialmente como nueva inquilina.

Qué gusto fue en aquel momento poder decir por fin
"chez moi". Y, sobre todo, qué alivio. Tras haber devuelto las llaves de mi añorado 6A 81, y tras 5 meses con mi maleta azul a cuestas es bien cierto que se agradece un poco de vida sedentaria. Aunque ello haya significado plegar las alas de mi libertad durante un tiempo, renunciar al juego irónico y aletorio del destino y la posibilidad de dejarte llevar cada día pos de la estabilidad que proporciona un horario cada mañana. Pero la rutina también puede ser un reto, siempre y cuando no nos dejemos llevar por la comodidad de la condescendencia de nuestro estilo de vida aburguesado. Y lograr sconvolgere la rutina de cada día es algo que, a su manera, puede ser todo un desafío.

Aunque hay días en los que tras una jornada de
boulot-métro-apèro-soirée improvisada apenas rozo la cama para dormir (y a veces ni eso), nunca està demàs disponer de un lugar fijo donde encontrar un poco de reposo tanto físico como psicológico; y es que, de vez en cuando, el dejar un poco de tiempo para escuchar música en el sofà del salón y contemplar el techo blanco inmaculado iluminado por la tenue luz de la mítica lámpara de zoco àrabe sobre la chimenea y jugar a vaciar la mente para intentar dejarla tan blanca como el techo (o al menos intentarlo) no tiene precio.

Las tardes de lluvia de invierno-principio de primavera fueron geniales. Mi edificio es muy antiguo, de enorme portalón azul marino, patio interior con pequeñas enredaderas en cada esquina y la fachada dulcemente desgarrada por el tiempo. La madera cruje a cada paso, y las gotas de lluvia se enzarzan en una melodía sin fin en su anciana estructura, como una guitarra en desuso cuyas cuerdas se golpean con violencia y arbitrariedad nocturna.

Gracias a todas las visitas que invadieron mi salón/mi cama y amontonaron sus maletas y efectos personales en mi cuarto dejando un perfecto caos azul. A finales de este mes no habrà màs chez moi y todavía es demasiado pronto para la casita con jardín (y barbacoa, y jacuz... bueno, igual la barbacoa sola ya està bien de momento) así que andaré de nuevo a lomos del viento buscando ese rincón de París que, aunque aùn no lo sabe, està deseando acogerme.