"Pasión y distancia, azar y destino, dolor y disfrute, ¿cuál es el verdadero rostro del amor? ¿Es posible enamorarse para siempre de alguien que miente, que no quiere ser fiel, que sólo busca su interés?"
Así dice una reseña del último libro del recientemente aclamado premio Nobel Mario Vargas Llosa, "Travesuras de una niña mala"; donde se muestra el amor romántico como la peor de las drogas, un amor ciego que conduce al abismo, a la continua desazón de incontables noches en vela o la inseguridad del futuro desde un inestable presente.
La niña mala y el niño bueno. Como también podía haber sido el niño malo y la niña buena, pues cuando se trata de amor el principio es perfectamente reversible.
¿Por qué somos capaces de amar tan intensanmente, aún cuando somos plenamente conscientes de que ese amor nos hace sufrir? Supongo que de la misma manera que somos capaces de esfrozarnos y sacrificarnos por cada sueño en el que creemos, ya sea enfocado a un deporte, un trabajo, la familia... Y aunque al final, sea el caso que sea, acabemos escaldados de la experiencia, creo que toda ilusión sincera acaba siempre bien, pues la vida es justa en el fondo, sobre todo si confiamos en que el Karma haga bien su trabajo.
Gracias a mi querido soţ por tan enriquecedora lectura, pues además de contener aspectos relacionados con la historia del Perú, de París, Londres y Tokio de mediados-finales del siglo pasado, de mencionar bares y lugares todavía por descubrir en esta magnífica ciudad; entre sus páginas el lector descubrirá que la niña mala es en el fondo una niña pequeña, tierna, insegura, que, aunque caprichosa, no sabe realmente lo que quiere; y el niño bueno no es tan calzonazos como parece y posee una rabia innata y clarividencia que dotan a su amor de una sinceridad aplastante.
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Reflexiones espontáneas