Agosto en Coruña resultó ser una prolongación del agosto en París. Gris y con un sol que parece enemistado con el verano.
Un cielo plomizo envuelto en una atmósfera húmeda y cálida acompañando el silencioso rumor de las olas.
Riazor y sus aguas enarboladas de una inaudita belleza ingrávida. Un mar azul cobalto sin los rayos del sol desplegando sus guirnaldas luminosas en el horizonte.
De nuevo el mismo ritual, esa conversación sin palabras, la mirada fija en la lejanía y ese aroma salado acompañado de la ruidosa letanía de las gaviotas...
Un cielo plomizo envuelto en una atmósfera húmeda y cálida acompañando el silencioso rumor de las olas.
Riazor y sus aguas enarboladas de una inaudita belleza ingrávida. Un mar azul cobalto sin los rayos del sol desplegando sus guirnaldas luminosas en el horizonte.
De nuevo el mismo ritual, esa conversación sin palabras, la mirada fija en la lejanía y ese aroma salado acompañado de la ruidosa letanía de las gaviotas...
La tierra no es más que un momento,
una noche que recordar,
entre el cielo y el mar puedes volar,
eterna oscilación de lo que fue y lo que vendrá.
(...)
Tu hogar no tiene fronteras porque tu hogar es el mar, sangre del espíritu aventurero que nos tocó llevar.
Hombres de mar, eterno buscador que nunca encuentra, en el horizonte azulado de cielo y mar.
(...)
Tu hogar no tiene fronteras porque tu hogar es el mar, sangre del espíritu aventurero que nos tocó llevar.
Hombres de mar, eterno buscador que nunca encuentra, en el horizonte azulado de cielo y mar.
R. Alberti
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Reflexiones espontáneas