En la región de la Savoie, a unos 1300m-1550m de altitud, en pleno corazón del parque natural regional del "Massif des Bauges", un puñado de entrañables casas de madera a pie de una estación de esquí.
Un paseo en teleférico enarbolado de abetos, desafiando el vértigo, la gravedad y los esquís apuntando al vacío.
Sol y nieve. De un sábado luminoso a un domingo con tormenta de nieve. Y nunca tanta nieve había caído frente a mis ojos en tan poco espacio de tiempo. Ni siquiera durante el más crudo invierno alemán.
Una blancura inmaculada envolvía como un suave manto el paisaje. Los pies se hundían completamente a cada paso sobre la nieve fresca, y unos diminutos y casi imperceptibles copos se alineaban ante la atónita mirada en una especie de cortina de flecos helados...
La montaña bajo un sol radiante y la montaña durante una repentina nevada. Dos estatus climatológicos totalmente antagónicos en tan solo un fin de semana. Impeccable.
Un sencillo deseo y un objetivo cumplido, de la pista verde a la azul, piano piano. Y la imagen de la cumbre nevada de las montañas irisando una sobrecogedora belleza.
"La maravilla de un solo copo de nieve supera la sabiduría de un millón de metereologistas"
Sir Francis Bacon
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Reflexiones espontáneas