Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

sábado, 3 de marzo de 2012

Dieppe


Fue volviendo a Madrid por Navidad cuando me dejé caer por la exposición Delacroix de la Fundación La Caixa. Impresionante y muy completa.

Y fue buscando en el mapa una destinación concreta para una pequeña escapada hacia el mar desde París, cuando reconocí Dieppe y la imagen del cuadro de Delacroix "La mer vue des hauteurs de Dieppe" se dibujó tímidamente en mi mente. Y la SNCF hizo el resto.

No importa cuántas veces hayas mirado las predicciones climatológicas si vas a Normandía. Ni siquiera echar un vistazo a través de la ventana in situ servirá de algo, pues en cuestión de minutos el sol puede pasar de reinar en un límpido cielo azul a ser engullido por la niebla, sin saber tampoco con certitud si lloverán cubos de agua o, utilizando terminología más específica, "s'il pleuvra des cordes", o si las nubes se tomarán el día libre.

Un viaje con destino al horizonte infinito en el marco incomparable de la indómita costa Atlántica. Un mar resplandeciente de inaudita belleza ya sea con niebla, sol, lluvia o nubes pasajeras. La visión de mar y cielo aunando azul a lo lejos, el rumor de xilófono lejano de las olas escurriéndose entre los guijarros de la orilla.

Y es que ça fait du bien prendre du recul en s'éloignant un peu de la bouleversante vie parisienne. Y disfrutar de la dulce ausencia de coches, superposición de tejados, pasos apurados o teléfonos móviles que no dan tregua.

Clima imprevisible, de último minuto, como esta excursión al mar, como más de la mitad de los planes que hago, como solo a mí me gusta.


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