Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

jueves, 23 de agosto de 2012

Sonnet 116







Sencillamente magnifique.

Y pensar que unos versos de más de 500 años de antigüedad siguen teniendo igual valía actualmente.

Parece increíble como hay esencias tan inmutables como el amor, el cual, a pesar de todos los cambios sociales que se experimentan a lo
largo de cinco siglos de evolución y de revolución, mantiene intactos sus principios e imperturbable su razón de ser. Y nada hasta el momento ha conseguido igualar su inefable poder de congelar el tiempo en la eternidad de un beso.


Y aunque defiendo a ultranza la lectura en la lengua original en la que fue creada, esta vez haré una pequeña concesión, pues las palabras nunca penetran tanto en nuestra alma como aquellas escritas en nuestra lengua materna:

No permitáis que la unión de unas almas fieles
admita impedimentos. No es amor el amor
que cambia cuando un cambio encuentra
o que se adapta a la distancia al distanciarse.
¡Oh, no!, es un faro imperturbable
que contempla la tormenta sin llegar a estremecerse,
es la estrella para un barco sin rumbo,
de valor desconocido, aun contando su altura.
No es un capricho del tiempo, aunque los rosados labios
y mejillas caigan bajo un golpe de guadaña.
El amor no varía durante breves horas o semanas,
sino que se confirma incluso ante la muerte.
Si es esto erróneo y puede ser probado,
nunca escribí nada, ni ningún hombre amó.


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Reflexiones espontáneas