...et des vignerons indépendants !
Dos fechas clave a recordar: finales de marzo y finales de noviembre. Dos fechas que forman parte del programa des Vignerons Indépendants, una asociacion vinícola encargada de promocionar y velar por los pequeños productores de vinos en Francia.
Gracias a la etiqueta con el logo de dicha cooperativa, sabemos que el agricultor se compromete a cuidar su tierra, recojer su uva, cultivar y elaborar su vino, embotellarlo en su propia bodega, comercializar sus productos, perfeccionar el arte de su elaboración artesanal y, lo más importante, aconsejar durante la degustación, promover y enseñar a apreciar su vino, y sobre todo, disfrutar haciéndolo.
Esta última prerrogativa es la base del Salon des vins. Cientos de stands enarbolando los colores de su región, sus tipos de uva y sus botellas descorchadas prontas para la degustación.
Y sentir el regusto a madera de cerezo iluminando el paladar de un Bordeaux Montagne St Emilion, o des notes beurrés de un Graves Blanc Ducasse (Vignobles M. et J. Perromat) envolviendo la boca. La sublime dulzura de un Sauterne Château le Juge, elegante y discreto. Que un sorbo de blanco deje un magnífico regusto chocolateado. Inspirar, cerrar los ojos y sentir el café y la tierra en un Côtes du Rhône. Distinguir colores, olores y cepas. Cerrar los ojos e imaginar los sabores que nuestro productor afirma, asegura y persevera ha vertido en nuestra copa. Apreciar el cariño diluido en la bebida que derrochan algunos vinicultores. Todo es posible.
Mención especial a un blanco moelleux nacido a orillas del Loira, un Coteaux-de-l'Aubance (2011) del que se dice "aux aromes complexes de fruits confits qui offre une suave nervosité à une délicate onctuosité". La poesía inconsciente que nace en la copa y fluye hacia el esófago. El arte hasta ahora desconocido de degustar el vino.
Vive les vins de France !
Dos fechas clave a recordar: finales de marzo y finales de noviembre. Dos fechas que forman parte del programa des Vignerons Indépendants, una asociacion vinícola encargada de promocionar y velar por los pequeños productores de vinos en Francia.
Gracias a la etiqueta con el logo de dicha cooperativa, sabemos que el agricultor se compromete a cuidar su tierra, recojer su uva, cultivar y elaborar su vino, embotellarlo en su propia bodega, comercializar sus productos, perfeccionar el arte de su elaboración artesanal y, lo más importante, aconsejar durante la degustación, promover y enseñar a apreciar su vino, y sobre todo, disfrutar haciéndolo.
Esta última prerrogativa es la base del Salon des vins. Cientos de stands enarbolando los colores de su región, sus tipos de uva y sus botellas descorchadas prontas para la degustación.
Y sentir el regusto a madera de cerezo iluminando el paladar de un Bordeaux Montagne St Emilion, o des notes beurrés de un Graves Blanc Ducasse (Vignobles M. et J. Perromat) envolviendo la boca. La sublime dulzura de un Sauterne Château le Juge, elegante y discreto. Que un sorbo de blanco deje un magnífico regusto chocolateado. Inspirar, cerrar los ojos y sentir el café y la tierra en un Côtes du Rhône. Distinguir colores, olores y cepas. Cerrar los ojos e imaginar los sabores que nuestro productor afirma, asegura y persevera ha vertido en nuestra copa. Apreciar el cariño diluido en la bebida que derrochan algunos vinicultores. Todo es posible.
Mención especial a un blanco moelleux nacido a orillas del Loira, un Coteaux-de-l'Aubance (2011) del que se dice "aux aromes complexes de fruits confits qui offre une suave nervosité à une délicate onctuosité". La poesía inconsciente que nace en la copa y fluye hacia el esófago. El arte hasta ahora desconocido de degustar el vino.
Vive les vins de France !