Del 5 al 9.
Del 9 al 11.
De nuevo un maletón azul que se desplaza por París.
De la ópera Garnier a la ópera de la Bastilla. Del Boulevard Haussman al boulevard Beaumarchais.
Entre el canal y la Sena.
Del bullicio "non-stop" de los grandes bulevares de brasseries y épiceries siempre abiertas, pubs y vorágine de turistas esparcidos por doquier; a la concentración de ambiente en dos calles, la rue de Lappe y de la Roquette.
Hacia el este, a dos "pasos de mula" (au fait, rue de pas de mule) de la armonía del Marais y su place de Vosges, del falafel con té, de sus galerías de arte improvisadas, sus jardines recónditos y sus terrazas de ensueño, sus tiendas estrambóticas y gourmets, ses bar à vins con entrecôtes XXL y sus cafés librería.
Hacia el sur, a dos pasos de l'île de Saint-Louis, de las magníficas vistas de Nôtre-Dame desde el quai de Bourbon o el quai d'Orléans, de los anfiteatros junto al Sena de apéro y bailes de Jussieu o la contemplación del atardecer desde la terraza del instituto del mundo árabe.
Y hacia el norte, a dos pasos de Parmentier y Oberkampf, de l'Alimentation Générale, del Udo-Ufo, del P'tit Garage, de l'Onze Bar, l'Orange Mécanique, l'Ethnika y les Fabricants (magnífico magret de canard!).
Un rêve de chez moi accompli.
Balcón, enormes ventanales donde recibir la luz a borbotones, un salón de colores lleno de libros, té y de música con un coin coussin concevido para la relajación instantánea, vitrocerámica, bañera, una jauría de plantas y, sobre todo, espacio para un bureau donde desatar el ansia creativa de mi musa.
¿Que pedís, que no escriba o que no viva?
Haced vos con mi pecho que no sienta,
que yo haré con mi pluma que no escriba.
Lope de Vega
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Reflexiones espontáneas