Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

sábado, 26 de octubre de 2013

La fête du bouc


No era un chivo común, esa cría macho de la cabra, ni un chivo religioso, de esos que el sumo sacerdote sacrificaba por los pecados de los israelitas. A pesar de su ponzoña, no era ese chivo que hace referencia a la poza o estanque donde se recogen las heces del aceite. No era ni mucho menos un chivo expiatorio, aunque una buena parte del pueblo dominicano (y de su vecino haitiano) expiaran con su sangre el egoncentrismo acérrimo de Rafael Leónidas Trujillo: el Chivo.

Un culto al nepotismo recubierto de patriotismo sin límites. La desmesura del poder, del control absoluto. El despojo de los valores más íntimos e intrínsecos al ser humano: el honor, la moral, la libertad. Arrebatando el regalo más preciado que nos ofrece la vida, libre albedrío.

Una magnífica novela coral entremezclando realidad y ficción, una recreación de la vivencia del tiranicidio en los personajes principales del régimen, desde el propio Chivo hasta sus esbirros políticos y militares más próximos.

La estructura del libro, con numerosos saltos temporales, aprisiona al lector entre sus páginas pese a que el final ya ha sido revelado al inicio. Tal es la fuerza psicológica y la indiosincrasia particular de cada uno de los seguidores del Chivo, que se revela como un enorme misterio desconcertante y cautivador para aquellos de nosotros que no han vivido bajo la sombra de un tirano.

El cómo fue posible, el por qué lo permitieron es justificado por todos y cado uno de los adeptos al régimen con una precisión contumaz a lo largo del relato. Es por ello que la única redención posible a sus almas mancilladas era acabar de forma brutal pero definitiva con aquel que durante tantos años adormeció sus conciencias.

Terror y crueldad se entrelazan dando lugar a una barbarie de torturas, expoliaciones y venganzas relatadas con gran maestría por parte de Vargas Llosa, donde no solamente el cuerpo está expuesto, sino también desgrana los sentimientos y motivaciones de víctimas y verdugos.


Lectura obligada, un clamor por la libertad y la dignidad del hombre, y al mismo tiempo desmitificar una América Latina corrompida solamente por Pinochet en Chile o la de Onganía-Levingston-Lanusse en Argentina. Y eso sin contar todas aquellas abominaciones totalitarias que desconocemos, que no han sido todavía escritas ni filmadas.





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