Me encantan las soirées improvisadas en París.
Ese dejarse llevar por un mensaje de última hora, aceptar una proposición (decente, siempre) sin preguntar más que la dirección y la hora de encuentro.
Y descubrir así un antiguo teatro enmascarado tras una sobria fachada de al fondo de una calle y un grupo de teatro amateur; en una comedia que aunaba breves actuaciones musicales y contorsionismo, la sencillez y pasión de aquellos que voluntariamente y sin afán de lucro se ofrecen plenamente a su público. Y aunar en una sola pieza, en una Comédie à l'italienne, fragmentos de los grandes de la comedia romàntica de siempre: Goldoni ("Les jumeaux venitiens", "Le joueur", "La femme fantasque"), Shakespeare ("Romeo et Juliette"), Musset ("On ne badine pas avec l'amour", "Les caprices de Marianne"), Molière ("Don Juan"), Cocteau ("Le mensonge") y Reignard ("Les folies amoreuses").
O aceptar otro rendez-vous aunque este se encuentre a más de media hora de metro y en banlieue. Una invitación a un "coktail galicien" bajo el sol del atardecer y el sonido de la gaita en la terraza de un resto-bar junto al Sena.
Con una mesa repleta de Albariño y Ribeiro y un batallón de camareros con bandejas repletas de polbo á feira, queixo de tetilla y trozos de bola. Y, de postre, un poco de muiñeira.
La mejor receta para curar la morriña de la forma más espontánea y auténtica posible.
Invitación al teatro o a una soirée en terrasse "coktail galicien", quién da más?
"Si nous ne dormons pas c'est pour guetter l'aurore qui prouvera qu'enfin nous vivons au présent".
Robert Desnos
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Reflexiones espontáneas