Sans-domicile-fixe, c'est moi.
No tan homeless porque siempre hay un hueco por ahí para mí y mi archiconocido maletón azul (al que ahora acompaña una pequeña maleta roja), pero sí con la incertidumbre de dónde acabará en los próximos días (je touche du bois) y en los próximos meses, y en los años venideros.
Afortunadamente, París bouge y está dotada de un encanto mágico llena de actividades, de conciertos, de viajes, de gente que viene y que va, de amigos de amigos de amigos que acaban por ser tus amigos y lo mejor de todo es que es capaz de sorprenderte con una colloc el día menos pensado.
Sólo una cosa está pactada con el destino: el contenido de mi maleta azul se asentará el día menos pensado en una acogedora casa con jardín. Dónde y cuándo forman parte del entrañable misterio que atañe a cada uno llamado "vida".
Mientras tanto, queda muchísimo camino que recorrer, que rotolare, que moldear, que esquivar, que trabajar, que diseñar, construir y reconstruir, con muchas semillas que plantar a ambos lados del sendero y flores que cuidar.
Así pues, como bien dijo el poeta,
Así es mi vida,
mi vida, piedra,
como tú.
Como tú,
piedra pequeña,
como tú,
piedra ligera,
como tú.
Como tú,
canto que ruedas,
como tú,
por las veredas,
como tú.
Como tú,
guijarro humilde,
como tú,
de las carreteras,
como tú.
Como tú
piedra pequeña,
como tú,
como tú,
guijarro humilde,
como tú.
Como tú,
que en días de tormenta,
como tú,
te hundes
en la tierra,
como tú.
Como tú
y luego
centelleas,
como tú
bajo los cascos,
bajo las ruedas;
como tú.
Como tú,
piedra pequeña,
como tú,
como tú,
guijarro humilde,
como tú.
Como tú,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia,
ni piedra de una audiencia,
como tú,
como tú.
Como tú,
piedra aventurera,
como tú,
que tal vez estás hecha,
como tú,
como tú,
sólo para una honda,
como tú,
piedra pequeña,
como tú,
como tú.
León Felipe