Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

Mostrando entradas con la etiqueta L'amour. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta L'amour. Mostrar todas las entradas

miércoles, 14 de enero de 2015

De l'amour (IV)




"El amor es eterno mientras dura" 
G. G. Márquez


Decía García Márquez que el escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar.

Y el amor es, sin duda, una de esas cosas inexplicables que a los escritores nos encanta abordar.

Hace poco me llamó la atención, hablando con una amiga, esa frase que probablemente todos o casi todos hemos dicho o hemos oído alguna vez: le quiero pero no se lo voy a decir porque no quiero "asustarlo". ¿Por qué iba alguien a asustarse de que alguien le quiera? ¿No será más bien de que se asusta de la responsabilidad que eso conlleva? ¿Y de qué responsabilidad estamos hablando? ¿De la de corresponderle? Es decir, ¿de amar? Es que todavía, a estas alturas, no nos damos cuenta de que el amor se da libremente, de que no conlleva deudas, y de que si las tuviera, no sería un amor tan digno de ser recibido, y menos aún de ser temido. ¿Que si le digo que le quiero y no me corresponde? Pues, entonces, si es posible, se debería seguir adelante sin rendirse, siempre sin dejar de mantener los dos pies en la tierra dispuestos a cambiar de dirección si nos atascamos.

Y es que la vida sería realmente cruel si sólo nos reservara una 
única media naranja para cada uno de nosotros.

Yo sí que me asustaría si al acabar mi día me diera cuenta de que no quiero a nadie, amigos y familia incluidos. Y me asustaría aún más de que mi capacidad de amar dependiera de alguna otra persona, de que no fuera capaz de dar sin recibir primero, de que el sentimiento más puro con el que hemos sido obsequiados haya sido finalemente absorvido por esta sociedad capitalista del trueque, en la que nadie da nada a cambio de nada.

Dicen que sin amor la vida no vale nada. Y que la vida sin amor no merece la pena vivirla. Por ello, debemos luchar por desterrar nuestros miedos y dejar que el amor fluya libre, eterno.




sábado, 23 de agosto de 2014

L'amour dans le temps du choléra



"Transcurrían en silencio como dos viejos esposos escaldados por la vida, más allá de las trampas de la pasión, de las burlas brutales de las ilusiones y los desengaños: más allá del amor.
Pues habian vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte.
(...)
Y ante su dominio invencible, su amor impávido, lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites."

G. García Márquez, "El amor en los tiempos del cólera"

Un amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo, un amor tan intenso como insensato. Un amor que desafiaba clases sociales y convencionalismos abstractos. Un amor de matrimonio y de amante noviazgo. Un triángulo amoroso ambientado en la Cartagena de Indias de principios del s.XX basado en hechos reales, en los testimonios del padre y de la madre del propio autor.

Un amor que, sin ser del todo realista, está impregnado de su realismo m
ágico. Un amor pasional y humano.
"Se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna".


Un amor insistente hasta el final que supo ser recompensado.
Y al fin se hicieron trizas los corazones con un amor de principiantes feroces.

Ese amor por el que merece luchar cada día.
"El problema del matrimonio es q se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay q reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno."

Un amor escondido, ese que buscamos hasta la extenuación sin darnos cuenta a veces de que siempre lo hemos tenido.
"Es increíble como se puede ser tan feliz durante tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no."

Una prosa ágil y de desbocada ternura, desgranando historias y amores sin fin con humor y nostalgia. Un corazón cómplice, de cuya memoria se dice que "elimina los malos recuerdos para magnificar los buenos, y gracias a ese artificio logramos sobrevellevar el pasado".

Y como dej
ó escrito en su libro por el padre de Florentino Ariza en uno de sus cuadernos, un pasado 17 de abril de este mismo año nos dejó también su autor con un solo dolor, o quizás no... 
Ahora no puedo esperar más que su fortuna se haya confabulado con su parka.

"Lo que más me duele de morir, es que no sea de amor."




viernes, 14 de febrero de 2014

L'art d'aimer


"Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de las abrumadoras pruebas de lo contrario. Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Si ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores o renunciaría a la actividad. Puesto que lo último es imposible en el caso del amor, sólo parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas de tal fracaso y estudiar el significado del amor.
El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería.
¿Cuáles son los pasos necesarios para aprender cualquier arte? El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos parte: una, el dominio de la teoría; la otra, el dominio de la práctica. Si quiero aprender el arte de la medicina, primero debo conocer los hechos relativos al cuerpo humano y a las diversas enfermedades. Una vez adquirido todo ese conocimiento teórico, aún no soy en modo alguno competente en el arte de la medicina. Sólo llegaré a dominarlo después de mucha práctica, hasta que eventualmente los resultados de mi conocimiento teórico y los de mi práctica se fundan en uno, mi intuición, que es la esencia del dominio de cualquier arte.
Pero aparte del aprendizaje de la teoría y la práctica, un tercer factor es necesario para llegar a dominar cualquier arte: el dominio de ese arte debe ser un asunto de fundamental importancia, nada en el mundo debe ser más importante que el arte. Esto es válido para la música, la medicina, la carpintería y el amor. Y quizás radique ahí el motivo de que la gente de nuestra cultura, a pesar de sus evidentes fracasos, sólo en tan contadas ocasiones trata de aprender ese arte. No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder; dedicamos casi toda nuestra energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos, y muy poca a aprender el arte del amor.
¿Sucede acaso que sólo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que pueden proporcionarnos dinero o prestigio, y que el amor, que “sólo” beneficia al alma, pero que no proporciona ventajas en el sentido moderno, sea un lujo por el cual no tenemos derecho a gastar muchas energías?" 


Una sed incansable de comprender lo que parece que sucede sin ninguna explicación. De aprender a discernir esas ocasiones en las que no merece la pena buscar un porqué, como la antítesis a todas aquellas en las que la causalidad se torna casi imprescindible. Como entender qué es lo que ve la ardilla en sus ojos y por qué lo hace parte de sí misma. 

Como el ansia de aprender a amar que siento cuando me acaricias con la insondable desnudez de su mirada.


jueves, 23 de agosto de 2012

Sonnet 116







Sencillamente magnifique.

Y pensar que unos versos de más de 500 años de antigüedad siguen teniendo igual valía actualmente.

Parece increíble como hay esencias tan inmutables como el amor, el cual, a pesar de todos los cambios sociales que se experimentan a lo
largo de cinco siglos de evolución y de revolución, mantiene intactos sus principios e imperturbable su razón de ser. Y nada hasta el momento ha conseguido igualar su inefable poder de congelar el tiempo en la eternidad de un beso.


Y aunque defiendo a ultranza la lectura en la lengua original en la que fue creada, esta vez haré una pequeña concesión, pues las palabras nunca penetran tanto en nuestra alma como aquellas escritas en nuestra lengua materna:

No permitáis que la unión de unas almas fieles
admita impedimentos. No es amor el amor
que cambia cuando un cambio encuentra
o que se adapta a la distancia al distanciarse.
¡Oh, no!, es un faro imperturbable
que contempla la tormenta sin llegar a estremecerse,
es la estrella para un barco sin rumbo,
de valor desconocido, aun contando su altura.
No es un capricho del tiempo, aunque los rosados labios
y mejillas caigan bajo un golpe de guadaña.
El amor no varía durante breves horas o semanas,
sino que se confirma incluso ante la muerte.
Si es esto erróneo y puede ser probado,
nunca escribí nada, ni ningún hombre amó.


jueves, 26 de abril de 2012

De l'amour (III)




Ah, l'amour.

Tanto que se ha escrito sobre el tema y tanto que queda por escribir.
Tanto por comprender.


O no. Al fin y al cabo somos seres medio irracionales, imperfectos y sobre todo humanos. Somos predecibles y al mismo tiempo completamente imprevisibles, capaces de complicar las cuestiones más sencillas.


Por algo dicen del ser humano que es la única criatura capaz de sufrir por una idea, por un hecho que ni ha sucedido ni es posible que suceda nunca. Y es que somos, a veces, capaces de estresarnos con la mayor nimiedad, como por ejemplo angustiarnos al elegir un restaurante dónde cenar, y, como contrapartida, somos también capaces de tomar drásticas e importantes decisiones casi sin pensar.


El amor, empero, nadie dijo que fuera del todo sencillo, sobre todo cuando no se trata de un amor platónico y por lo tanto implica a otra persona; pues es entonces cuando debemos estar mínimamente alerta y vigilar no imponer demasiado nuestros deseos tanto como expresar abiertamente y con mesura lo que queremos y necesitamos.

El genial filósofo alemán, Eric Fromm lo expresaba así: El amor infantil sigue el principio "Amo porque me aman". El amor maduro obedece al principio "Me aman porque amo"". El amor inmaduro dice: "Te amo porque te necesito". El amor maduro dice: "Te necesito porque te amo".  Y mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar. Cuando el acto de amar consiste, simple y llanamente, en vitalizar, intensificar una idea, una pintura, una persona; significa cuidar, conocer y responder a los estímulos que nos ofrece la vida.

¿Arrepentirse de haber luchado hasta el final o de no haberlo hecho? Dura diatriba...

En todo caso, al igual que la materia, el amor no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Y quien ha amado y ha sido amado guardará ad vitam aeternam esa impronta y ese pedacito de corazón que otrora le fue libremente otorgado.

... A jamais !



lunes, 23 de enero de 2012

L'amour et la folie


Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.
Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan ocurrente, les propuso: ¿Vamos a jugar a las escondidas?. La Intriga levantó la ceja y la Curiosidad, ya sin poder contenerse, contestó: "¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?. "Es un juego, dijo la Locura, yo me tapo la cara y empiezo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego."
El Entusiasmo bailó seguido por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar: la Verdad prefirió no esconderse ¿para qué?, si al final siempre la descubrían, y la Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no había sido de ella) y la Cobardía prefirió no arriesgarse...
Uno, dos, tres..., comenzó a contar la Locura. La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse. Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. ¿Un lago cristalino?, ideal para la Belleza. ¿La hendija de un árbol?, perfecto para la Timidez. ¿El vuelo de una mariposa?, lo mejor para la Voluptuosidad. ¿Una ráfaga de viento?, magnífico para la Libertad. Así terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoísmo, en cambio, encontró un lugar muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris) y la Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes. El Olvido... se me olvidó donde se escondió, pero eso no es lo importante. Cuando la Locura contaba 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó el rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
Un millón, contó la Locura, y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre Teología, y a la Pasión y al Deseo los sintió vibrar en volcanes. En un descuido encontró a la Envidia, y claro, así pudo descubrir dónde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo: él solito salió de su escondite, que resultó ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed, y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir de qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos. El Talento entre la hierba fresca. A la Angustia en una cueva oscura. A la Mentira detrás del arco iris (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta el Olvido... que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.
Sólo el Amor no aparecía por ningún lado. La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en las cimas de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida, vio las rosas. Con una horquilla empezó a mover las ramas, hasta que de pronto se escuchó un grito doloroso. Las espinas habían herido los ojos del Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse: lloró, imploró, rogó, pidió perdón y prometió ser para siempre su lazarillo.
Desde entonces, desde la primera vez que se jugó a las escondidas en la Tierra, el amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña.



El amor y el alma y su inextricable unión, es una hermosa metáfora de la mitología griega. Pero el Amor, con sus actos que la razón no entiende, también necesita, para ser, un poco de Locura...

La Locura de la postrera esperanza, de una ilusión desmesurada, de una mirada que nos hace soñar y correr tras un imposible perfectamente posible, pues bajo la locura del amor todo es realizable: y sin saber que era imposible, fue y lo hizo.

La Locura de una promesa a la eternidad.


"El amor no ve con los ojos, sino con el alma, y por eso pintan ciego al alado Cupido. Ni en la mente de Amor se ha registrado señal alguna de discernimiento. Alas sin ojos son emblema de imprudente premura, y a causa de ello se dice que el amor es un niño, porque en la elección yerra frecuentemente".

También dicen del Amor, que lo pintan ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos. Como siempre, la elección, el sentido a la vida y a todas las cosas que nos rodean no es otro que el que, libremente, nosotros mismos queramos otorgarle.

sábado, 17 de septiembre de 2011

De l'amour (II)

Amor verdadero versus amor romántico, dos conceptos idénticos y al mismo tiempo contradictorios.

¿Cómo se puede pretender buscar un ideal, una fantasía inalcanzable y perfecta solamente en nuestra mente? ¿Cómo se puede perseguir con ahínco un foco de perenne frustración? No nos engañemos por más tiempo, el amor romántico, tal y como lo conocemos, no es más que un producto del cine Holywoodiense, de la literatura, de la utopía de nuestra cultura occidental.

El intenso enamoramiento, si se descontrola y la otra persona abusa del apropiamiento indebido de la libertad del otro, puede ser muy peligroso. Tenemos que vivir la vida con pasión y con mesura, con los sentimientos a flor de piel pero colocados siempre de forma constructiva.

Óscar Wilde lo definió muy bien cuando decía: "Cuando uno está enamorado, empieza siempre por engañarse a sí mismo y acaba siempre engañando a los demás. Eso es lo que el resto del mundo considera un idilio romántico".

Frente al amor romántico, y no necesariamente menos intenso, está el amor de verdad, ese que perdura para siempre porque vive en la realidad, en el mundo presente y no en un universo fictio. Pues no se puede cuidar y mejorar algo intangible que sólo existe en nuestros sueños.

¿Debemos por tanto renunciar a toda muestra de amor romántico? Nunca. De todos modos, las contradicciones, cuando de amor se trata, están al orden del día; y a veces, e inexorablemente, sucede que el amor, cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren.

Sin embargo, se debe siempre intentar trazar una fina pero contundente línea entre el amor presente y las fantasías que el saber popular nos ha inculcado, y no pensar que dos son uno, sino que, por más que se quieran, dos son siempre dos. Pase lo que pase somos entes indivisibles, únicos, libres para decidir en todo momento con quién y cómo estar. Decir que nuestra vida no tiene sentido sin la presencia del otro es encadenar, aprisionar a quién amamos sin ningún derecho. Amor es libertad, y todo principio de fusión con la pareja es renunciar a nuestra libertad personal y, por ende, renunciar al amor verdadero.

Y es que ya lo decía el poeta del pueblo, Miguel Hernández:

"Libre soy, siénteme libre.
Sólo por amor."

Seamos, pues, libres, y disfrutemos de la libertad del amor, contigo y sin ti. Del romanticismo en sincero libre albedrío.



viernes, 26 de agosto de 2011

Femme fatale


"Pasión y distancia, azar y destino, dolor y disfrute, ¿cuál es el verdadero rostro del amor? ¿Es posible enamorarse para siempre de alguien que miente, que no quiere ser fiel, que sólo busca su interés?"
Así dice una reseña del último libro del recientemente aclamado premio Nobel Mario Vargas Llosa, "Travesuras de una niña mala"; donde se muestra el amor romántico como la peor de las drogas, un amor ciego que conduce al abismo, a la continua desazón de incontables noches en vela o la inseguridad del futuro desde un inestable presente.

La niña mala y el niño bueno. Como también podía haber sido el niño malo y la niña buena, pues cuando se trata de amor el principio es perfectamente reversible.

¿Por qué somos capaces de amar tan intensanmente, aún cuando somos plenamente conscientes de que ese amor nos hace sufrir? Supongo que de la misma manera que somos capaces de esfrozarnos y sacrificarnos por cada sueño en el que creemos, ya sea enfocado a un deporte, un trabajo, la familia... Y aunque al final, sea el caso que sea, acabemos escaldados de la experiencia, creo que toda ilusión sincera acaba siempre bien, pues la vida es justa en el fondo, sobre todo si confiamos en que el Karma haga bien su trabajo.

Gracias a mi querido
soţ por tan enriquecedora lectura, pues además de contener aspectos relacionados con la historia del Perú, de París, Londres y Tokio de mediados-finales del siglo pasado, de mencionar bares y lugares todavía por descubrir en esta magnífica ciudad; entre sus páginas el lector descubrirá que la niña mala es en el fondo una niña pequeña, tierna, insegura, que, aunque caprichosa, no sabe realmente lo que quiere; y el niño bueno no es tan calzonazos como parece y posee una rabia innata y clarividencia que dotan a su amor de una sinceridad aplastante.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Avril éternel


Escribir es como besar sin labios.

Escribir es besar con la mente.

Hace dos años nos convertimos en abril. Un abril de floreciente primavera pero con la calurosa pasión del verano. Los sueños, las sonrisas, la melodía de la armonía. Todo era abril.

Hace un año abril se quedó suspendido de un abrazo sin retorno, de la promesa de un cambio. La risa, nívea, seguía siendo intrínsecamente abril.

Abril dejó su impronta de diàfano azul en la mirada aleteante.

Amor perdido, abstracto, descarrilado.
Amor que tras alzar la plata de su
psique hasta la luna, en abril, se detuvo a contemplar las estrellas. Y ahí sigue, iluminado de esperanza con un "corazón tan blanco", y esperando ser rescatado, comprendido y reconfortado.


"My hands are of your colour,
but I shame to wear a heart so white"
Shakespeare



"Autant visé la lune car même en cas d échec on fini dans les étoiles..."
Oscar Wilde

lunes, 14 de marzo de 2011

De l'amour (I)


Hay un muro en Paris donde està escrito je t'aime en todas las lenguas conocidas y desconocidas... Yo aùn no he ido y confieso que me muero de ganas. Sé que es un estùpido muro y una entrañable atracción de turistas de segundo plano, pero yo quiero ir. No por el muro en sí, sino por lo que representa. Y es que me muero de ganas de que llegue ese momento de la mano de la persona adecuada.

Es fàcil decir "te quiero"... y es todavía màs fàcil escribirlo a la sombra de un teclado o de un papel, y es que querer,
aimer, love, lieben, amare es un verbo regular y por tanto fàcil de conjugar en, me aventuraría a afirmar, casi todas las lenguas. Y por tanto muy a menudo soltamos esa frase sin ser conscientes del gran sentimiento que acarrean, o podrían acarrear, dichas palabras.

Porque por mucho que yo defienda y confíe en el poder de la palabra escrita, creo que para el amor las palabras estàn vacías sin hechos que las respalden, sin el continuo movimiento de la renovación y progreso que proporciona cada una de nuestras acciones.



Es también fàcil decir "para siempre", "por siempre", o dejar caer un "sempre con te" como epíteto a nuestra rùbrica. Y sin embargo, ¿adónde van todas esas promesas de amor eterno no realizadas? ¿Dónde se encuentra ese inmenso olvido que dulcemente las acoje en su seno y las deja en un limbo de esperanza desde donde esperan ser reclamadas? Hay quienes piensan que ya es de valientes el decir "para siempre", mas yo creo que la verdadera valentía rebosa en llevarlo a cabo, en no permitir que sean de nouveau palabras consumidas por la nada.

Y de ahí pasamos a la gran pregunta de: ¿adónde va el amor cuàndo se acaba? Y si era realmente amor de verdad, ¿verdaderamente se acaba?

El amor no se termina, se esconde, se aparta cuando no se siente apreciado, se refugia cuando se siente golpeado. Somos nosotros quienes lo alejamos de nuestro camino con ira, celos, miedo e inseguridades; y por tanto de nosotros depende encontrarlo, restituirlo y fortalecerlo, de nosotros depende amarlo.

Y mientras contemplamos cómo se aleja sin hacer nada por evitarlo, nos inventamos mil excusas y nos concentramos en el autoconsuelo, en una desoladora lamentación y dejamos correr un tupido velo de desesperanza. Y esperamos a que otra persona se cruce en nuestro camino y de nuevo sea capaz de llenarnos de euforia y de hacer renacer esa ilusión intrínseca a cada uno a la que hemos renegado.
Et là, l'histoire recommence. A veces hay suerte y si todo va bien y alcanzamos la clarividencia de la madurez emocional conseguimos aunar fuerzas para conservar el amor y la historia no se acaba nunca... No obstante, la mayoría de las veces el ciclo de enamoramiento desenfrenado-decepción-dolor-negación-enamoramiento no se acaba nunca. He ahí el drama del ser humano.

Porque al amor hay que hablarle, escucharle, en resumen hay que dedicarle tiempo. Como un trabajo en el que nos esforzamos para progresar y ascender, sólo que es el trabajo màs agradable de todos... o al menos así debería serlo.

Y que no se malinterpreten estas palabras, pues son palabras cargadas de esperanza, de ganas de aprender de los errores, de mejorarse cada día. De ganas de vivir un ciclo sin fin de enamoramiento desenfrenado-enamoramiento pausado-conocimiento-amor eterno. O al menos de intentarlo.


No camines delante de mí porque podría no seguirte.
No camines detrás de mí, porque podría perderte.
No camines debajo de mí, porque podría pisarte.
No camines encima de mí, porque podría sentir que me pesas.
Camina a mi lado, porque somos iguales.