Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

lunes, 28 de marzo de 2011

Le poète du peuple


Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,

temprano estás rodando por el suelo.

Hace 69 años, en la madrugada del 28 de marzo, abandonaba la tierra Miguel Hernández, un poeta excepcional.


Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.


Y en medio del clima de post-guerra, odio, muerte y tristeza nos obsequió las màs hermosas palabras de esperanza.


No, no hay càrcel para el hombre.
No podràn atarme, no.

Este mundo de cadenas me es pequeño y exterior.

¿Quién encierra un sonrisa?

¿Quién amuralla una voz?
(...)
Libre soy, siénteme libre.

Sólo por amor.

En los muros del hospital de la càrcel que encerró su ùltimo aliento dejaba unas palabras de pacífica despedida:
"Adieu, frères, camarades, amis : laissez-moi prendre mon congé du soleil et des champs."
Y aunque parece que la poesía es hoy en día cosa del pasado, de romànticos ideales en desuso incompatibles con el progreso tecnológico en el que vivimos, "la poesía es un arma cargada de futuro", como bien dijo en su día Gabriel Celaya. Y así lo demuestran sus versos, de una sublime belleza atemporal.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.


Luchador incansable hasta el ùltimo soplo de aire que brotó de sus ajados pulmones. Defensor a ultranza del amor como medio para lograr un mundo mejor, de la risa como espada indestructible para hacer frente a la injusticia.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

El poeta pastor. El pastor poeta.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores.

Y mientras la dictadura de Franco languidecía, su obra se hacía eco desde su censura, sus palabras de amor y esperanza iluminaban una nueva España. Una eterna primavera floreciente plasmada en unos versos eternos pero sobre todo humanos, muy humanos. Versos hechos canciones por Serrat, Enrique Morente, Vicente Pradal o en el exilio por
Paco Ibañez, desde el Olympia de París. Una actuación impeccable.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


lunes, 21 de marzo de 2011

En attendant Godot



Seguro que màs de una vez os habéis encontrado en esta tesitura. Con ganas de iros, de cambiar, y al mismo tiempo con una inexplicable e ineluctable resistencia a quedaros, a esperar, a dar un voto de confianza a la vida.
En 1952 se publicaba en París esta magnífica obra. Un sentido del sinsentido de nuestra existencia.
La bùsqueda de Godot parte de la premisa de esas clàsicas preguntas que todos nosotros, sin excepción, nos hemos planteado alguna vez, y que son: quiénes somos en realidad, de dónde venimos, y, sobre todo, ¿adónde vamos?

La respuesta a esas preguntas es tan difícil de encontrar porque para ello debemos tensar por igual las cuerdas que sostienen la poesía y la razón
, y aunar ambas fuerzas como lo hicieron los protagonistas de la obra, Estragon y Vladimir, para encontrar una solución. Y aquí se plantean otras preguntas: ¿una solución? ¿qué solución? ¿es que acaso existe una solución que perseguir y alcanzar? ¿qué conlleva esa solución? Y la lista de posibles incógnitas sería infinita.
Cuando estrenaron la obra por primera vez en París, al finalizar el primer acto la mitad del pùblico abandonó la sala. Y es que el teatro del absurdo no es fàcil de digerir, sobre todo si nos resistimos a permitir que nuestra mente vaya màs allà y se aleje del orden establecido. Yo misma he de reconocer que cuando vi esta obra por primera vez me revolví en mi asiento con cierta intranquilidad; porque no entendía nada y porque es una obra muy larga que requiere paciencia. Paciencia y atención, y, sobre todo, ganas de reflexionar después de verla.
“Que voulez-vous?” pregunta muy acertadamente Estragon en medio de la pieza, deteniendo el argumento bajo un concepto de suspense que acuciará a los protagonistas hasta el final de la obra. Y es que entre tanta cuestión existencial sobre el quién y el adónde, lo màs importante es saber el cómo, el qué queremos.

Porque, ¿qué es la vida? La vida es una constante angustia sobre el incierto futuro. Y nosotros, ¿qué somos? En su novela
Diario (lectura recomendada, gracias Mr. RAE), Palahniuk dice que no somos màs que pedacitos de materia colocados en el modo correcto. Y ahora es nuestro turno de combinar los colores de la paleta de nuestra existencia para crear el mejor de los bocetos y desafiar a la inspiración para lograr una obra maestra.

El curso de la vida nos arropa con esa agonía de no saber qué serà de nosotros tanto personal como profesionalmente, si llegaremos a tener esa casita con jardín que tanto ansiamos y envejeceremos de un modo pacífico y tranquilo junto a la persona amada. Proyectamos todas nuestras dudas y sueños en el presente para lograr la clarividencia del futuro. La bùsqueda de un logro vital, un bien superior que dote de sentido a nuestra existencia.

Y he ahí donde nos encontramos esperando a nuestro Godot particular, una liberación en contra de la verdad universal en la que nos hemos educado. La complejidad que va màs allà de un simple
cogito ergo sum. Para Beckett, la bùsqueda del sentido de la vida nace de la base del miedo que nos produciría una vida sin sentido.

¿Qué nos queda, pues? Esperar a Godot con una sonrisa, y aprender a saborear cada pedazo de incerteza cotidiana. Y no dejar de plantearnos nunca la pregunta fundamental de
que voulons-nous?
Y llegados a este punto, je me demande, et que veux-je, moi?


P.D. Especial mención al grupo de teatro "No es culpa nuestra" por una sublime representación, la cual, a pesar de los años transcurridos, todavía perdura con fuerza en mi memoria.


lunes, 14 de marzo de 2011

De l'amour (I)


Hay un muro en Paris donde està escrito je t'aime en todas las lenguas conocidas y desconocidas... Yo aùn no he ido y confieso que me muero de ganas. Sé que es un estùpido muro y una entrañable atracción de turistas de segundo plano, pero yo quiero ir. No por el muro en sí, sino por lo que representa. Y es que me muero de ganas de que llegue ese momento de la mano de la persona adecuada.

Es fàcil decir "te quiero"... y es todavía màs fàcil escribirlo a la sombra de un teclado o de un papel, y es que querer,
aimer, love, lieben, amare es un verbo regular y por tanto fàcil de conjugar en, me aventuraría a afirmar, casi todas las lenguas. Y por tanto muy a menudo soltamos esa frase sin ser conscientes del gran sentimiento que acarrean, o podrían acarrear, dichas palabras.

Porque por mucho que yo defienda y confíe en el poder de la palabra escrita, creo que para el amor las palabras estàn vacías sin hechos que las respalden, sin el continuo movimiento de la renovación y progreso que proporciona cada una de nuestras acciones.



Es también fàcil decir "para siempre", "por siempre", o dejar caer un "sempre con te" como epíteto a nuestra rùbrica. Y sin embargo, ¿adónde van todas esas promesas de amor eterno no realizadas? ¿Dónde se encuentra ese inmenso olvido que dulcemente las acoje en su seno y las deja en un limbo de esperanza desde donde esperan ser reclamadas? Hay quienes piensan que ya es de valientes el decir "para siempre", mas yo creo que la verdadera valentía rebosa en llevarlo a cabo, en no permitir que sean de nouveau palabras consumidas por la nada.

Y de ahí pasamos a la gran pregunta de: ¿adónde va el amor cuàndo se acaba? Y si era realmente amor de verdad, ¿verdaderamente se acaba?

El amor no se termina, se esconde, se aparta cuando no se siente apreciado, se refugia cuando se siente golpeado. Somos nosotros quienes lo alejamos de nuestro camino con ira, celos, miedo e inseguridades; y por tanto de nosotros depende encontrarlo, restituirlo y fortalecerlo, de nosotros depende amarlo.

Y mientras contemplamos cómo se aleja sin hacer nada por evitarlo, nos inventamos mil excusas y nos concentramos en el autoconsuelo, en una desoladora lamentación y dejamos correr un tupido velo de desesperanza. Y esperamos a que otra persona se cruce en nuestro camino y de nuevo sea capaz de llenarnos de euforia y de hacer renacer esa ilusión intrínseca a cada uno a la que hemos renegado.
Et là, l'histoire recommence. A veces hay suerte y si todo va bien y alcanzamos la clarividencia de la madurez emocional conseguimos aunar fuerzas para conservar el amor y la historia no se acaba nunca... No obstante, la mayoría de las veces el ciclo de enamoramiento desenfrenado-decepción-dolor-negación-enamoramiento no se acaba nunca. He ahí el drama del ser humano.

Porque al amor hay que hablarle, escucharle, en resumen hay que dedicarle tiempo. Como un trabajo en el que nos esforzamos para progresar y ascender, sólo que es el trabajo màs agradable de todos... o al menos así debería serlo.

Y que no se malinterpreten estas palabras, pues son palabras cargadas de esperanza, de ganas de aprender de los errores, de mejorarse cada día. De ganas de vivir un ciclo sin fin de enamoramiento desenfrenado-enamoramiento pausado-conocimiento-amor eterno. O al menos de intentarlo.


No camines delante de mí porque podría no seguirte.
No camines detrás de mí, porque podría perderte.
No camines debajo de mí, porque podría pisarte.
No camines encima de mí, porque podría sentir que me pesas.
Camina a mi lado, porque somos iguales.