Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

jueves, 27 de febrero de 2014

Ecrire et oublier



"Escrever é esquecer.

A literatura é a maneira mais agradável de ignorar a vida. A música embala, as artes visuais animam, as artes vivas (como a dança e a arte de representar) entretêm. A primeira, porém, afasta-se da vida por fazer dela um sono; as segundas, contudo, não se afastam da vida - umas porque usam de fórmulas visíveis e portanto vitais, outras porque vivem da mesma vida humana. Não é o caso da literatura. Essa simula a vida. Um romance é uma história do que nunca foi e um drama é um romance dado sem narrativa. Um poema é a expressão de ideias ou de sentimentos em linguagem que ninguém emprega, pois que ninguém fala em verso."

Fernando Pessoa



Escribir para olvidar, leer para recordar.

Leer para olvidar, escribir para recordar. Escribir para revivir y degustar la vida dos veces, decía Anais Nin. Escribir para tratar de explicarnos a nosotros mismos aquello a lo que no conseguimos otorgarle una explicación que nos baste, decía García Márquez. Escribir por el placer de contradecir y por la felicidad de estar solo contra todos, decía Kundera. Escribir, decía Graham Greene, para escapar de la locura, la melancolía, el terror pánico inherente a la condición humana.

Lo bueno de la libertad que nos proporciona estar frente a un libro, un teclado, o una hoja en blanco, es que podemos disponer de ella a nuestro antojo para olvidar, recordar, o simplemente soñar.

Ecribir lo que fue o lo que pudo ser, y olvidarlo todo en forma de la palabras sobre el papel.

Sentir puede que sea la única emoción que no podamos controlar ante el poder de sugestión de las palabras.




"Yo no busco un gran número de lectores, sino un cierto número de relectores".

Juan Goytisolo


viernes, 14 de febrero de 2014

L'art d'aimer


"Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de las abrumadoras pruebas de lo contrario. Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Si ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores o renunciaría a la actividad. Puesto que lo último es imposible en el caso del amor, sólo parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas de tal fracaso y estudiar el significado del amor.
El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería.
¿Cuáles son los pasos necesarios para aprender cualquier arte? El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos parte: una, el dominio de la teoría; la otra, el dominio de la práctica. Si quiero aprender el arte de la medicina, primero debo conocer los hechos relativos al cuerpo humano y a las diversas enfermedades. Una vez adquirido todo ese conocimiento teórico, aún no soy en modo alguno competente en el arte de la medicina. Sólo llegaré a dominarlo después de mucha práctica, hasta que eventualmente los resultados de mi conocimiento teórico y los de mi práctica se fundan en uno, mi intuición, que es la esencia del dominio de cualquier arte.
Pero aparte del aprendizaje de la teoría y la práctica, un tercer factor es necesario para llegar a dominar cualquier arte: el dominio de ese arte debe ser un asunto de fundamental importancia, nada en el mundo debe ser más importante que el arte. Esto es válido para la música, la medicina, la carpintería y el amor. Y quizás radique ahí el motivo de que la gente de nuestra cultura, a pesar de sus evidentes fracasos, sólo en tan contadas ocasiones trata de aprender ese arte. No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder; dedicamos casi toda nuestra energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos, y muy poca a aprender el arte del amor.
¿Sucede acaso que sólo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que pueden proporcionarnos dinero o prestigio, y que el amor, que “sólo” beneficia al alma, pero que no proporciona ventajas en el sentido moderno, sea un lujo por el cual no tenemos derecho a gastar muchas energías?" 


Una sed incansable de comprender lo que parece que sucede sin ninguna explicación. De aprender a discernir esas ocasiones en las que no merece la pena buscar un porqué, como la antítesis a todas aquellas en las que la causalidad se torna casi imprescindible. Como entender qué es lo que ve la ardilla en sus ojos y por qué lo hace parte de sí misma. 

Como el ansia de aprender a amar que siento cuando me acaricias con la insondable desnudez de su mirada.


domingo, 2 de febrero de 2014

La Chandeleur



Chandeleur o Fête des chandelles. Festa candelarum o, sencillamente, Fiesta de la Candelaria.
Originariamente una fiesta pagana de adoración a la luz, fue convertida en un día para conmemorar la presentación de Jesús en el templo. El nombre de candelaria, candelarum o chandelles hace referencia a los cirios benditos con los que se llenaban las iglesias para recordar a sus feligreses que su fe es la luz del mundo.

Romanos y celtas ya celebraban fiestas en honor al fuego y su poder fértil y purificador. Los romanos lo hacían en honor a Proserpina y los celtas lo llamaban Imbolc, y en honor a la diosa del fuego Brigid recorrían los campos enarbolando antorchas para purificarlos antes de la siembra.

Hoy en día la Chandeleur es sobre todo le jour des crêpes.
Dicen que las crêpes, con su forma dorada y redonda, evocan el disco solar y el ansiado retorno de la primavera después del invierno frío y sombrío.



Otra tradición que integrar a mi agenda, otro motivo más para reunirse, para cocinar, convidar, compartir, reír, en definitiva, vivir...