Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

jueves, 26 de abril de 2012

De l'amour (III)




Ah, l'amour.

Tanto que se ha escrito sobre el tema y tanto que queda por escribir.
Tanto por comprender.


O no. Al fin y al cabo somos seres medio irracionales, imperfectos y sobre todo humanos. Somos predecibles y al mismo tiempo completamente imprevisibles, capaces de complicar las cuestiones más sencillas.


Por algo dicen del ser humano que es la única criatura capaz de sufrir por una idea, por un hecho que ni ha sucedido ni es posible que suceda nunca. Y es que somos, a veces, capaces de estresarnos con la mayor nimiedad, como por ejemplo angustiarnos al elegir un restaurante dónde cenar, y, como contrapartida, somos también capaces de tomar drásticas e importantes decisiones casi sin pensar.


El amor, empero, nadie dijo que fuera del todo sencillo, sobre todo cuando no se trata de un amor platónico y por lo tanto implica a otra persona; pues es entonces cuando debemos estar mínimamente alerta y vigilar no imponer demasiado nuestros deseos tanto como expresar abiertamente y con mesura lo que queremos y necesitamos.

El genial filósofo alemán, Eric Fromm lo expresaba así: El amor infantil sigue el principio "Amo porque me aman". El amor maduro obedece al principio "Me aman porque amo"". El amor inmaduro dice: "Te amo porque te necesito". El amor maduro dice: "Te necesito porque te amo".  Y mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar. Cuando el acto de amar consiste, simple y llanamente, en vitalizar, intensificar una idea, una pintura, una persona; significa cuidar, conocer y responder a los estímulos que nos ofrece la vida.

¿Arrepentirse de haber luchado hasta el final o de no haberlo hecho? Dura diatriba...

En todo caso, al igual que la materia, el amor no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Y quien ha amado y ha sido amado guardará ad vitam aeternam esa impronta y ese pedacito de corazón que otrora le fue libremente otorgado.

... A jamais !



miércoles, 25 de abril de 2012

Livre ou rose?


Me gustaría vivir en Barcelona solo y especialmente un 23 de abril, para regalar libros y recibir rosas. O las dos cosas. Sino, mi corazón pertenece a Coruña o Madrid, y mi espíritu anda actualmente perdido por París.

Dado que nada es perfecto, París no podía ser una excepción a la regla y no celebra ninguna journée du livre digna de mención. Al menos queda como consuelo los libreros del Sena, presentes todos los días del año sin tregua.

Y como cualquier momento es una buena ocasión para regalar, he aquí como obsequio estos cinco fragmentos de novelas cuya lectura recomiendo encarecidamente: 


"Escuchar es lo más peligroso, es saber, es estar enterado y estar al tanto, los oídos carecen de párpados que puedan cerrarse instintivamente a lo pronunciado, no pueden guardarse de lo que se presiente que va a escucharse, siempre es demasiado tarde. Ahora ya sabemos, y puede que eso manche nuestros corazones tan blancos, o quizá son pálidos y temerosos, o acobardados."


"-¿Crees que la música posee el poder de cambiar a la gente? Es decir, que si, en un momento determinado, escuchas una música determinada, ésta puede hacer que se produzcan grandes cambios dentro de ti.
Ôshima asintió.
-Por supuesto -le dijo-. Eso sucede. Experimentamos algo, y como resultado, ocurre algo. Es una especie de reacción química. Luego nos examinamos a nosotros mismo y descubrimos que la gradación de todo lo que nos rodea ha ascendido un punto. Y que, a nuestro alrededor, el mundo se expande. Yo lo he experimentado. No sucede muy a menudo, pero a veces ocurre. Es como el amor".


Toda vida es inexplicable, me repetía. Por muchos hechos que se cuenten, por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá, que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejó tras de sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer eso sustituimos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos entendemos a nosotros mismos. Eso es una superchería. Existimos para nosotros mismos, quizá, y a veces incluso vislumbramos quiénes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan, nos volvemos cada vez más opacos para nosotros mismos, más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la linde que le separa de otro por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a sí mismo.”


Aquella noche Mijail me contó que él creía que la vida nos concede a cada uno de nosotros unos escasos momentos de pura felicidad. A veces son sólo días o semanas. A veces, años. Todo depende de nuestra fortuna. El recuerdo de esos momentos nos acompaña para siempre y se transforma en un país de la memoria al que tratamos de regresar durante el resto de nuestra vida sin conseguirlo. Para mí esos instantes estarán siempre enterrados en aquella primera noche, paseando por la ciudad…


"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua."


... Y una rosa enarbolada de un aura à l'ancienne.

¿Un libro o una rosa?

Yo me quedo con los dos.


martes, 17 de abril de 2012

Sans titre

Untitled.

Una extraordinaria fragilidad transcrita en forma de cadencia invencible dotada de una inefable levedad.


¿Se puede correr hacia atrás y seguir avanzando? ¿Y caminar de nuevo el pasado sobre el presente?

¿Se puede reescribir el destino? ¿Forzarlo a cambiar de rumbo cuando no nos conviene?

¿Y volver para recuperar algo preciado que se nos había olvidado en el camino? ¿Y recordar el pasado para traerlo al presente y de ese modo construir un futuro mejor? ¿Se puede? ¿Se quiere?

Si se quiere, se pueden borrar todos los títulos y quitar todas las etiquetas que la sociedad impone a nuestras acciones. Y extender una nívea hoja en blanco al pie de nuestra ruta, saltar los muros, abrir los ojos ante la oscuridad y aprender a cerrarlos para sentir la calidez de los rayos del sol que se posan sobre los párpados.

Renacer caminando hacia delante.

Y dejar este primer día del resto de mi vida sin título, sans titre, senza titolo, sem título, untitled.


"El hombre es hijo de su pasado mas no su esclavo,
y es padre de su porvenir."
El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl

miércoles, 4 de abril de 2012

Les cerisiers à fleurs


Et voilà le printemps!

Un diáfano rosa p
álido rompe la monotonía del verde renaciente de los árboles flanqueando las calles. Son los cerezos en flores (Prunus subhirtella 'Autumnalis') distribuidos de forma aleatoria por las calles de París.



Su florecimiento comenz
ó en enero, alcanzando la c
úspide de su esplendor en abril, mes de la primavera naciente. Desde Nôtre Dame a Montmatre, pasando por calles de barrios menos céntricos y más olvidados como la avenue Jean Jaurés en el 19ème, recientemente reformada y dotada de un caótico jardín de árboles y arbustos; sobre todo plantas de tipo perenne para mantener el verdor de la avenida durante el invierno.

La candidez de los pétalos de los cerezos se acentúa cada mañana ante la vorágine del fulgor renovado de los rayos de sol. La eclosión de sus tonos rosas y blancos dotando de una sencilla belleza el rincón más improvisado, un muro marchito o un patio interior abandonado, como un manto de esperanza cubriendo la decadencia.

Y cómo serán los cerezos en el país del sol naciente? Tanto que queda por descubrir, tout autour du monde y sobre todo, y de momento, en París, sin ir más lejos.

Alors, seize the day !