Esto era un sueño, un primer trabajo y una nueva vida. Una crêpe de chocolate ante una sonrisa azul que escucha una melodía envolvente mientras se pierde románticamente por las calles y entre las páginas de cualquier libro...

lunes, 4 de abril de 2011

L'éphémère


Me encanta la belleza de las cosas efímeras.

La belleza de un instante que no se repetirá jamás y que propone el reto de apreciarla muy brevemente en su total unicidad y de forma espontánea, ecléctica, para luego saborear lentamente su recuerdo.


Como la de las pompas de jabón perfiladas por un prisma de colores que un tout petit enfant no para de crear y que el viento estrella contra mí. Un frío pero tierno viento de transición entre el invierno y la primavera. Las estufas de los bares en cada esquina y en cada terraza ayudan a atemperar el ambiente. Todo aquí es acogedor. Las calles, la gente, incluso el invierno, que ha pasado por delante de mis ojos casi sin darme cuenta, casi con placer. Nada que ver con el invierno alemán.

Inspiro.
Voces infantiles, el murmullo de una cascada de conversaciones diferentes, el resonar de los pasos sobre un suelo de arena y piedrecillas.
Expiro.

Sol y un cielo azul impeccable. "Nantes" Beirut en mis oídos.

Sonrío.

Y confieso que desde entonces en el bolsillo derecho de mi abrigo se encuentra, ya de forma perenne, un "truc pour faire des bulles à savon", para que, en cualquier momento, sin distinción (pause midi, esperando el bus, desde una terraza, mirando las luces del río, haciendo turismo, en un bar de noche...), pueda comenzar a jugar como ese niño y relajarme con la aleatoria trayectoria efímera de las burbujas.

Y yo hago continuamente pompas de jabón no porque adolezca del síndrome de Peter Pan, pues no me asusta crecer; es más me gusta, me encanta ver pasar el tiempo a través de mí, transformarme, moldearme, definirme a mi más puro estilo. Hago pompas de jabón porque me gusta jugar. Porque si hay algo a lo que me resisto con todas mis fuerzas es a envejecer. No pienso que dejemos de jugar porque nos hacemos mayores, al contrario, empezamos a envejecer cuando dejamos de jugar, cuando olvidamos el sentimiento de plena despreocupación de un momento, cuando no conseguimos rescatar nuestra sonrisa más inocentemente intrínseca. Cuando no conseguimos encontrar a ese niño que todos llevamos dentro y que es ese huracán rejuvenecedor el cual, esperando ser despertado, descansa en nuestras entrañas.

"Les enfants sont sans passé et c'est tout le mystère de l'innocence magique de leur sourire"
M. Kundera

"La patria del hombre es la infancia"
Manuel Rivas


3 comentarios:

  1. Dicen que: Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Aunque en muchas ocasiones no gustaría que durase algo más, pero eso hace que lo recordemos con mejor perspectiva. Por ello, no me extiendo más :P
    Del complejo de Peter Pan ya hablaremos
    Un besazo corazón

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  2. Lo prometido es deuda....
    Rous meri, mi primera lectura y entrada a tu maravilloso blog no ha sido en un rato de aburrimiento infinito, sino más entre práctica y memoria que hacer para hoy...
    Me han encantado tus entradas flor, pero, sin duda, esta última es la que más me ha impresionado junto a "De l'amour" claro...
    Mil besis y sigue disfrutando de la vie parisienne

    Espero que volvamos a hacer pompas las dos juntas "n'import'où" en Paris pronto...

    Ah! y acabas de ganar una nueva seguidora

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  3. Parte de la belleza de un instante efímero reside en su fugacidad. Afortunadamente algunos de esos momentos se pueden inmortalizar con fotografías y vídeos (mejor en slow-motion) para recordar hasta la eternidad.

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Reflexiones espontáneas